“Caminar entre los muros del Museo siempre ha sido una experiencia llena de sorpresas y sensaciones. Recuerdo mis primeras visitas en los noventa, hacer anotaciones en mi cuaderno para inventar historias a partir de las esculturas de Germán Venegas o el mono que bebe tinta de Francisco Toledo. Imaginar la música en las pinturas de Julio Galán. Saborear los colores de Rufino Tamayo. En lo fotográfico, lo primero que recuerdo me impactó positivamente fue “MEXICO visto por ojos extranjeros”, una exposición colectiva que recababa trabajos de fotógrafos, de distintas nacionalidades, producidos en nuestro país desde 1850 a 1990. Ahí compartían la mirada Edward Weston, Edward Steichen, Paul Strand, Henri Cartier-Bresson y Tina Modotti entre otros. Descubrí una pieza de un fotógrafo norteamericano que entonces desconocía: “F east of Fools” de Joel-Peter Witkin, con una estética macabra y barroca. Me electrizó y me obligó a investigar más sobre el autor. Esa obra me llevó a reflexionar sobre los límites y el poder de la imagen para trasmitir un mensaje crítico. El uso de las referencias para las puestas en escena.

Una década más tarde, tuve oportunidad de asistir al recorrido de prensa de la exposición retrospectiva de Josef Koudelka, gracias a la invitación que me extendió Erick Estrada Bellmann. Koudelka nos acompañó a través de las salas del Museo cubiertas de sus fotos en blanco y negro, y pudimos atestiguar lo prolífico de su trayectoria y la contundencia de su estilo visual. Narró algunas anécdotas sobre las fotografías de la invasión de Praga, los ritos gitanos, el exilio y el carnaval. Un modo de documentar que genera narrativas poderosas y una estética eficiente y poética. Me encantó.

Creo que el Museo es un espacio vital para nuestra sociedad pues nos permite abrir ventanas en el pensamiento. Una invitación a explorar, experimentar, cuestionarse el mundo.”

Juan José Herrera @juanjoherrera

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