El paisaje cómo es afectado por el crecimiento urbano es un interés que tienen en común los artistas Saskia Juárez (Monterrey, 1943) y Rolando Flores (Monterrey, 1975). Eso detonó en una colaboración para la exposición Escenografía para una ciudad (Tramoya).

Juárez es una reconocida artista plástica de Nuevo León que durante su trayectoria de cincuenta años se ha dedicado a retratar el paisaje del estado de Nuevo León, al norte de México, especialmente sus montañas, también las construcciones norestenses, y en los últimos años ha reflejado los daños en los cerros y montañas de donde empresas sustraen la materia prima para producir concreto.

Por su parte, Flores es un artista post conceptual que desde su trayectoria en el colectivo Tercerunquinto, junto con el artista Gabriel Cázares. Ha explorado el paisaje desde una perspectiva urbana y post industrial, retomando elementos de la autoconstrucción comunes en la periferia del Área Metropolitana de Monterrey. El colectivo frecuentemente utiliza bloques de hormigón para realizar instalaciones en las que juegan con aspectos escultóricos y funcionales, retomando la construcción como una técnica artística. Sus obras, al retomar el concreto como un material constante, refieren tanto a la ciudad de origen de los artistas como a la como a la idea de un progreso fallido, condición de varias ciudades latinoamericanas. Otra parte de la producción del colectivo ha sido la negociación como una estrategia para irrumpir espacios de tránsito y dinámicas dentro de las instituciones.

Escenografía para una ciudad I (2023) consiste en una pintura acrílica sobre tela en gran formato con el paisaje desértico de Nuevo León con el Cerro de las Mitras, instalada frente a Escenografía para una ciudad II, un dibujo de carbón y pastel sobre tela donde la artista retrata a un fragmento de la Sierra Madre a la altura de San Pedro, el Cerro de las Mitras, el Cerro de la Silla y el Cerro del Topo Chico. Debajo de este telón se encuentran bastidores con la imagen de construcciones de casas y edificios.

Las obras de Juárez y Flores están instaladas como una tramoya, un sistema utilizado en el teatro en el que se cambian escenografías y se deslizan las cortinas a través de poleas y contrapesos. En la exposición, los artistas retoman la idea del escenario para cuestionar el uso de las montañas en una ciudad industrial, como escenografía e imagen de identidad, al mismo tiempo como recurso económico.

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